Conocí a Iria hace unos meses en una charla que impartió en Valencia sobre viajes en bici y en la que habló del grupo Soy Cicloviajera, una comunidad de mujeres que viajan solas por todo el mundo en bicicleta y que a través de Internet comparten experiencias, consejos y motivación.
Las mujeres de Soy Cicloviajera son jóvenes, mayores, madres, sin hijos, con perro, sin perro, viajan por Europa, América, Asia o por todo el mundo, pero todas tienen un elemento en común: viajan a lomos de sus bicicletas.
Las particularidades que tiene el hecho de ser mujer y viajar sola motivó la creación del grupo. En él se dan ideas de rutas de viaje, consejos de seguridad, se ofrece alojamiento, se pide ayuda y, sobre todo, se comparten experiencias.
Me fascinaron las historias de esas mujeres aventureras que recorren el mundo pedaleando y duermen cada día en un sitio distinto bajo el techo de su tienda de campaña. No sé si algún día me lanzaré a hacer algo parecido pero, sin duda, de aquella charla de Iria salí con muchas nuevas ideas, y no solo sobre viajes. «Hay muchas vidas y están ahí fuera», pensé para mí.
El germen de la idea
Desde que mi pareja y yo empezáramos a hacer salidas en bici, y especialmente desde que nos animáramos con algunas rutas de cicloturismo de varios días, en ocasiones he echado en falta poder compartir esta afición, también, con alguna una amiga. Sin embargo, por el motivo que sea, a las mujeres de mi entorno no les ha dado por subirse a la bicicleta.
Por eso, cuando descubrí que desde la comunidad Soy Cicloviajera se había organizado una quedada ciclista para mujeres, me apunté a la velocidad del rayo.
No conocía a ninguna de las mujeres que asistirían, nunca había cargado en la bicicleta con todo el equipamiento de acampada (tienda, saco, aislante…) y dudaba de mi forma física, pero nada de eso me desanimó.
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La ruta ciclista en las Montañas Vacías
La quedada Soy Cicloviajera se organizó en Teruel en colaboración con Montañas Vacías, una iniciativa particular que promueve los viajes de cicloturismo en la zona como instrumento para combatir la despoblación.
El viernes nos reunimos todas en el Albergue de Teruel y al día siguiente empezamos a pedalear hacia Formiche para continuar a Cedrillas, donde acampamos para pasar la noche. El domingo la ruta regresaba a Teruel pasando por la Masía de Escriche y Valdecebro.
En total, cerca de 90 km y un total de 1.500 m de desnivel positivo en 2 días en los que Las Montañas Vacías se llenaron de 48 mujeres.
Pese a que algunas subidas resultaron un poco más complicadas de lo esperado, pese a las lluvias torrenciales de la noche anterior, que embarraron el camino, y pese a los imprevistos (partes de la ruta innundadas, una bici rota y alguna caída sin consecuencias, incluída la mía), fueron días de puro disfrute.
La imagen de 48 mujeres en bicicleta recorriendo unas montañas que casi siempre están vacias impactaba. En los pueblos nos recibían con cariño y los otros ciclistas con los que nos cruzamos nos animaban asombrados. ¡Debíamos ofrecer una estampa de lo más curiosa!
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Si algo tienen las iniciativas deportivas para principiantes destinadas solo a mujeres es que son 0% competitivas y 100% colaborativas. Las mujeres nos animamos, nos apoyamos y nos aconsejamos para que todas lleguemos a la meta disfrutando del camino.
Por eso estas quedadas, como las carreras de la mujer y otras actividades similares, me parecen una excelente oportunidad para que mujeres que no se atreverían a participar en una carrera o ruta competitiva (entre las que me incluyo), se animen a hacerlo en un ambiente de confianza más relajado.
Además, conocer a esas 47 mujeres que pedalearon conmigo, aprender de ellas y confirmar que, efectivamente, «hay más vidas y están ahí fuera» fue una inexperiencia inolvidable. ¡Gracias, cicloviajeras! ¡Nos vemos en la próxima!
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Fotos de: @unavidanomada y @dosruedasdospedales
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