Hace apenas unas horas que he llegado de Perú. Es increíble lo rápido que uno se habitúa a su realidad cotidiana y cómo los acontecimientos más extraordinarios vividos hace apenas unos días me parecen ahora un sueño que no estoy segura de haber vivido…
He recorrido el sur de Perú durante casi un mes: salí de casa el 31 de julio y he llegado hoy, 25 de agosto. En este tiempo he pasado de las altas montañas de Cuzco, al desierto de la costa de Paracas, pasando por el lago Titikaka, la ciudad colonial de Arequipa y las inquietantes líneas de Nazca, y acabando el viaje en la capital del país, Lima.
Aunque he intentado aprovechar al máximo los días de los que disponía para viajar, todavía me han quedado cuentas pendientes con Perú, como visitar la zona de la selva, conocer el norte de país o plantarle cara a montañas tan desafiantes como el Misti o las cumbres de la Cordillera Blanca. Y es que Perú tiene mucho que ofrecer y un único viaje nunca es suficiente.
La ruta que mi pareja y yo elegimos es la más habitual entre los que visitamos Perú por primera vez. La mayor diferencia, quizá, radica en el orden en que se visitan los principales destinos turísticos. Es decir, empezando o terminando por Cuzco. Nosotros optamos por: Cuzco, Puno, Arequipa, Nazca, Paracas, Lima. Pero lo cierto es que son muchos los que prefieren hacer la ruta a la inversa.
En nuestro caso, como una de las prioridades del viaje era hacer el Camino Inca (cuatro días de caminata, acampando al aire libre, hasta llegar a Machu Picchu), decidimos que Cuzco sería nuestro punto de partida, para poder empezar el Camino Inca con el máximo de nuestras fuerzas, ya que, en mi caso, el cansancio acumulado tras varios días viajando suele pasarme factura. Así que preferí darlo todo al inicio y luego seguir el viaje más tranquila, dejando unos días al final para poder descansar en Lima y visitar la ciudad con calma antes de volver a casa.
Los que optan por hacer la ruta empezando por la costa y acabando en Cuzco dicen que lo prefieren porque así el viaje va “de menos a más”. Y he de decir que en esto último estoy de acuerdo. Personalmente, Cuzco y los alrededores (Valle Sagrado, Camino Inca y Machu Picchu, principalmente) merecen por sí solos un viaje a Perú. Me enamoré tanto de las montañas andinas de la región de Cuzco que el resto del viaje no estuvo a la altura de estas maravillas.
Pero esto es una opinión totalmente personal, condicionada por mi debilidad por los paisajes montañosos. Mi pareja, sin embargo, me confiesa haber disfrutado igualmente de las majestuosas líneas de Nazca (yo estaba demasiado mareada en la avioneta como para poder apreciarlas en todo su esplendor), de lo sobrecogedor del paisaje de la Reserva de Paracas o de nuestros paseos por la ciudad de Arequipa, entre otras cosas.
Para los que queréis saber cómo hemos organizado el viaje, os cuento que lo hicimos todo por nuestra cuenta. Compramos vuelos de ida y vuelta directos desde Madrid a Lima con Air Europa (son más caros que los vuelos con escala pero para nosotros merecía la pena pagar la diferencia y no perder los nervios en interminables esperas en aeropuertos), reservamos el Camino Inca con la agencia Camping Tours (tienes que hacerlo con casi 6 meses de antelación porque hay plazas limitadas para entrar al parque, ya que está protegido) y después fuimos acoplando el resto del viaje reservando hoteles con Booking.com, excursiones con agencias locales una vez llegábamos a los destinos y transportes con Cruz del Sur (la compañía de autobuses que recorre los principales destinos del sur del país y que ofrece el mejor servicio). Además, gracias a Viator.com también pudimos disfrutar de una excursión en Puno.
Os iré contando todos los detalles de cada una de las paradas de viaje en próximos posts pero os avanzo que nos hemos traído muy pocos recuerdos materiales pero muchas anécdotas, recuerdos y sensaciones inolvidables.
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